sábado, 27 de febrero de 2016

JESÚS GONZÁLEZ ARROYO, UN HÉROE ACEBO EN MONTE ARRUIT


Jesús González Arroyo nació en Acebo en 1897 en el seno de una familia de larga tradición militar; su hermano Alfonso González Arroyo llegó a ser Coronel de la Guardia Civil y Doctor en Derecho.
                Su juventud transcurrió en un pequeño pueblo de provincias, que por aquel entonces figuraba entra las zonas más deprimidas del norte de la provincia de Cáceres. Una vez descubierta su vocación militar durante años su vida se desarrolló bajo la férrea disciplina militar de las academias de la época, en las que imperaba la mentalidad prusiana.
                Con motivo de la inestabilidad del Protectorado Español del Norte de Marruecos el joven teniente es destinado junto con su Regimiento, San Fernando 11, a la defensa de la sitiada Melilla a manos de Abd el Krim.
                Las tropas españolas mal aprovisionadas y peor dirigidas por unos mandos que menospreciaron la capacidad bélica de las fuerzas indígenas de la zona del Protectorado comandadas por el cabecilla Abd el Krim, se adentraron varios cientos de kilómetros en el interior del norte de Marruecos. Los blocaos y las pequeñas fortificaciones en las que se parapetaron las diferentes unidades españolas para hacer frente a las fuerzas insurgentes nativas fueron insuficientes para detener un avance que amenazaba con tomar Melilla. En ese contexto el joven teniente Jesús González Arroyo, junto a varios miles de soldados y mandos militares se atrincheran en la fortaleza de Monte Arruit, aguantando continuos asedios y golpes de mano, pero la desmoralización de la tropa y la falta de agua convirtió la resistencia  en algo inútil, así como el intento de evacuar la fortificación con destino a Melilla. Finalmente fueron autorizados el 9 de agosto a rendirse, pero cuando las tropas salieron de la fortificación y entregaron sus armas a los rifeños, éstos procedieron a degollarlos vivos sobreviviendo tan sólo 60 de los 3000 que se encontraban en la fortaleza. Muchos de ellos fueron quemados vivos, castrados y despellejados. Entre todos ellos desapareció, a la edad de 24 años, el joven teniente Jesús González Arroyo, cuyo cadáver jamás sería localizado.

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