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lunes, 22 de mayo de 2023

CASCADA DE LA CERVIGONA

La Cervigona en Acebo es un paraje natural esencial en mi vida. Por esos riscos he galopado durante toda mi juventud; incluso puedo llegar a decir, sin pudor alguno, que allí volví a nacer una Semana Santa del año 1993, cuando otros dos amigos y yo sufrimos un accidente de escalada que muy posiblemente podría haber acabado en una tragedia si no hubiese sido por esa protección sobrenatural que siempre me ha acompañado.

Conozco esas tierras como la palma de mi mano; tuve la suerte de tener dos buenos maestros, mi abuelo Jesús y mi tío Martín, los cuales se habían criado también entre esos riscos y pastoreado mil veces entre sus brezos, o berezos como los llamamos en Acebo, con sus rebaños de cabras. Aquellas cabras de las que hablaba el párroco de El Payo, D. Sousa Bustillo, quien aseguraba que las que se perdían entre los barrancos de esa catarata procreaban entre ellas convirtiéndose en cabras asilvestradas que nadie era capaz de capturar o domar. 



Panorámica general del salto de agua de la Cervigona visto de frente



Salto de agua de la Cervigona desde un lateral



Salto de agua de la Cervigona visto de frente


Base del salto de agua de la Cervigona


La Librería

En Acebo hasta hace unas décadas no tuvimos la suerte de tener una biblioteca, y que yo recuerde jamás vi que existiese un comercio en el que comprar libros; sin embargo Acebo siempre contó con un lugar en el que hace milenios las fuerzas geológicas y los poderes tectónicos moldearon un barranco en la Cervigona que los acebanos tuvieron el sarcasmo de llamar La Librería.


Pontón de madera para cruzar el curso del río que lleva a la Cervigona


A principios del siglo XX unos intrépidos empresarios, lo que hoy conocemos como emprendedores, vieron el potencial que les ofrecía aquellos escarpados riscos que ni romanos, ni musulmanes se preocuparon en moldear durante su ocupación de estas tierras.
Esos empresarios invirtieron dineros y esfuerzos en construir una mini central eléctrica con la que llevar la energía eléctrica, esa energía que con tanto empeño habían desarrollado Tesla y Edison, a buena parte de los pueblos de Sierra de Gata.

En la primera década del siglo XX una revista de tirada nacional recogió en un esplendido reportaje, que conservo en mi casa, toda aquella obra para dominar a la naturaleza y que sin duda traería el progreso a estas tierras. El amplio reportaje gráfico que hicieron nos muestra un paraje y unas gentes de un tiempo pasado que vivieron de una manera inconsciente los inicios de una auténtica revolución energética.
  







La mayor parte de los visitantes de este paraje siempre creen que tan sólo hubo un único edificio que fue la central eléctrica; sin embargo fueron dos los edificios allí construidos. Uno de ellos fue el alojamiento del personal que trabajaba en la mini central en el que vivían con sus familiares. Ese edificio se encontraba unos cientos de metros antes de llegar a la Fábrica de la Luz, como vulgarmente se conocía a la central eléctrica. 
En ese edificio fue donde vivió mi abuelo materno, junto a mi abuela, mi madre y mi tía. Por aquellas fechas mi abuelo Jesús trabajaba en aquella fábrica de la luz hasta que en una fecha indeterminada se cansó y decidió cambiar ese trabajo tan de la era industrial por su tradicional ocupación en el campo; concretamente en una pequeña huerta que poseía varios kilómetros más abajo de la Cervigona.
Durante el tiempo que trabajó allí le dio tiempo a conocer la zona de manera exhaustiva y ese conocimiento tuve la suerte de que me lo transmitiese a mí con los años. Pero también vivió ciertas peripecias como cuando fueron advertidos desde Acebo de que una partida de maquis se encontraba por aquellos parajes. Eran los últimos integrantes de la partida del Francés que intentaban huir antes de ser capturados o eliminados por las fuerzas gubernamentales.  


En la década de los noventa del siglo XX se le comienza a prestar especial atención ecológica a este bello paraje. Es durante esta época cuando Juan Carlos Solís, miembro del CSIC y biólogo de Doñana, publica un muy interesante artículo en la prensa regional en el que argumenta punto por punto los motivos por los que La Cervigona debía contar con una protección especial.

Situación actual del edificio de La Fábrica de la Luz








En la actualidad La Fábrica de la Luz se encuentra en una situación de profundo abandono y muy posiblemente podamos considerarla como uno más de los inmuebles que forman parte del patrimonio arqueológico industrial de la provincia de Cáceres.

viernes, 29 de julio de 2016

LAS CABRAS DE LA CERVIGONA




                Antonio y Timoteo llevaban un par de horas andando desde que salieron de Acebo; atrás habían dejado el Pozo del Tío Borracho y el Regato Pedrero en un día que prometía ser de los más calurosos de un tórrido verano. A su llegada a las Fegas decidieron hacer un receso debajo de una imponente higuera que se encontraba a los pies del prado de la Monja; bajo su sombra se sentaron sobre dos magníficas piedras a la vez que sacaban de sus zurrones un trozo de pan y de tocino que les servirían de almuerzo.
                Antonio le ofreció su bota de vino a Timoteo después de haber bebido un buen trago. Mientras Timoteo alargaba su brazo para cogerla Antonio le preguntó:
-¿Sabes que significa Cervigona?
-No -respondió desinteresadamente Timoteo.
-Pues Cervigona significa refugio del ciervo; ya que la palabra viene del latín cervy, que significa ciervo, y del italiano gonna, que significa abrigo o refugio.
-Pues muy bien -fue toda la respuesta que le dio Timoteo a Antonio y que reflejaba el desinterés de éste por los asuntos culturales.
                Transcurrida una media hora reanudaron su marcha por intrincadas veredas, y caminos angostos, que serpenteaban las laderas de un monte pizarroso; a la vez que cruzaban una y mil veces el cauce de un río de aguas cristalinas. Al cabo de un buen rato llegaron a un imponente desfiladero conocido por el nombre de la librería; ya que la colocación caprichosa de las grandes lajas de pizarra simulaban los cantos de los libros de una inmensa y majestuosa librería. Fue en ese sitio donde Timoteo y Antonio decidieron preparar sus escopetas de caza con las que pretendían matar a unas diez o doce cabras salvajes que habitaban entre los acantilados de ese gran salto de agua que se conocía por el nombre de La Cervigona.


-Es curioso el origen es estas cabras, ¿Verdad?- Preguntó esta vez Timoteo a un concentrado Antonio.
-Realmente curioso –respondió Antonio. Es increíble que una cabra preñada se le pierda entre estos riscos a un pastor, y que éste no sea capaz de localizarla, y que con el paso del tiempo esa cabra para un macho y una hembra, y que transcurridos varios años se hayan reproducido entre ellas y hayan dado lugar a las diez o doce cabras actuales que nos han asegurado los pastores del pueblo que existen aquí.
-Pues sí, yo todavía no doy crédito –contestó un circunspecto Timoteo. Espero que no sea una broma de los del pueblo porque si no la vamos a tener.
                Antonio se levantó y con un gesto le indicó a Timoteo que reanudaban la marcha. Cuando llegaron a los pies de la catarata de agua iniciaron una lenta escalada sobre un terreno inestable y peligroso. A medio camino de su ascenso Antonio localizó a la primera cabra y con una señal de su mano se la enseñó a Timoteo, quien le respondió con una inmensa sonrisa. Al poco rato los cazadores comenzaron a disparar sus escopetas mientras las cabras caían abatidas una tras otra. Una vez cazados los doce ejemplares de los que habían hablado los pastores del pueblo, Timoteo y Antonio, las fueron sacando con una cuerda. Por medio de ésta las fueron izando a una zona en la que les esperaban unos vecinos de la población de Acebo con unas caballerías con las que las transportarían hasta ese pueblo. Al final de la dura jornada Antonio y Timoteo se encontraban exultantes entre los vecinos de esa población, quienes los consideraban unos héroes por la gesta que habían realizado ese día y que ninguno se había atrevido a llevar a cabo.

Relato basado en el libro de Dº Manuel Sousa Bustillo Jálama y su Comarca


Autor: CHUCHI del Azevo
Junio de 2012