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lunes, 12 de octubre de 2020

¿UNA LEONA EN SIERRA DE GATA?

 


Don Gaspar Revuelta había  llegado al café-casino de Payo hacía un buen rato , se sentó en una mesa cerca de una de las ventanas que daban a la calle; mientras La Julia le traía su habitual café de puchero portugués con la copita de aguardiente y el ejemplar del diario ABC que recibían siempre a esa hora de la mañana. Comenzó  a ojear el periódico, leyendo los titulares de las noticias hasta que por fin se detuvo en la sección de sucesos que era la parte de la prensa que más le gustaba.

                Había finalizado las clases en la escuela hacía un buen rato. El día había sido un poco estresante; Juanito, el hijo de la Tomasa que era el alumno más revoltoso que tenía, le había amargado toda la mañana y a pesar de haberle dado varios capones en la cabeza y castigado en cruz de cara a la pared ya no pudo controlar al resto de los alumnos que habían imitado a su compañero de aula.

                Por fin apuró la copa de aguardiente, cerró el periódico, se levantó y dirigiéndose a la barra golpeó ésta con el canto de una moneda de cinco pesetas para advertir a la Julia que le cobrase.

-¿Qué…ya de regreso, Don Gaspar?

-Pues sí Julia, ya es hora de llegar a casa y olvidarme del día que me han dado esos diablos; sobre todo el puñetero Juanito, no hay quien lo meta en cuerda derecha.

-¡Bueno Don Gaspar, si es un niño! ¿Qué quiere Usted? Si tenían que estar por ahí jugando y se pasan el día encerrados.

-Ya pero tienen que aprender lo máximo posible ya que el mundo es cada vez más complicado y les van a exigir mucho. Bueno Julia, lo dicho, hasta mañana. 

-Hasta Mañana D. Gaspar y conduzca con cuidado.

-Venga, nos vemos mañana, gracias.

                D. Gaspar caminó hasta su viejo seat 600 que siempre dejaba aparcado cerca de la escuela. Le costó varios minutos arrancarlo; quizás porque el pobre ya llevaba varios miles de kilómetros recorridos con sus ruedas.

                El trayecto por la carretera que cruzaba íntegramente el Puerto de Santa Clara se le volvía monótono; siempre el mismo paisaje anodino que no le aportaba nada, como le sucedía con su aburrido trabajo. Su conducción se fue relajando mientras su mente se evadía con pensamientos gratificantes para él; era la parte del día que más le gustaba, perderse en historias alucinantes que le permitían ser y estar donde le apeteciese.

                De repente a la salida de una de las curvas de esa carretera apareció ante él la silueta de un animal, justo en medio del pavimento. Instintivamente pisó a fondo el pedal del freno, el coche se detuvo bruscamente; mientras un rugido ensordecedor espantó a los pájaros que se encontraban en las copas de los árboles. Don Gaspar se quedó gélido al observar delante de su vehículo lo que él creía que era una leona, no se atrevió a apearse del auto; aunque inconscientemente cerró la ventanilla del mismo. El animal rápidamente abandonó la carretera y se internó en la frondosidad del bosque.

                Al instante Don Gaspar arrancó de nuevo el vehículo, esta vez lo consiguió al primer intento, y pisando a fondo el acelerador emprendió una rápida huida; aquello que acababa de ver era una magnífica y esbelta leona en plena Sierra de Gata. ¿Quién había podido traer a ese animal hasta allí?, ¿cómo podía andar suelto un animal tan peligroso por aquellas tierras? Las preguntas le  bloqueaban, no era capaz de pensar; sin darse cuenta al cabo de una media hora se encontraba frente a las puertas del Cuartel de la Guardia Civil de Hoyos, el subconsciente le había llevado hasta allí para denunciar el asombroso encontronazo.

                La noticia rápidamente corrió como la pólvora por los pueblos de la Comarca. En los días siguientes las partidas de voluntarios para dar caza a tan exótico animal se convirtieron en multitudinarias; surgiendo versiones para todos los gustos: que si se había escapado de un circo, que si era el animal de compañía de un veterano portugués de la guerra de Angola, etc, etc. aunque al final se confirmó que lo que vio el excelso maestro Don Gaspar no fue ni más, ni menos que un perro de grandes dimensiones.

 Relato basado en la noticia publicada en el diario ABC el 25 de junio de 1969

Autor: CHUCHI del Azevo

Noviembre de 2012 


jueves, 25 de febrero de 2016

NOTICIAS SERRAGATINAS DE UN TIEMPO PASADO


Allá por el año 1922 unos vientos huracanados, se colaron por las altas cumbres de las estribaciones montañosas de nuestra comarca arrasando todo aquello que encontraron a su paso, especialmente los tejados de las viviendas de Eljas.
Quizás, por este motivo en 1924 los alcaldes de las localidades serragatinas de San Martín de Trevejo, Villamiel, Hoyos y Acebo decidieron que había llegado la hora de traer algo bueno a nuestras tierras, es por ello por lo que cogieron sus respectivas maletas, en las que portaban un interesante proyecto, y se desplazaron hasta Ciudad Rodrigo donde expusieron el deseo y el interés de traer el ferrocarril a este rincón apartado de la Península.
            Con este práctico medio de transporte pretendían estimular la economía comarcal que se vio seriamente perjudicada en 1933 a consecuencia de una intensa nevada que dañó a la mayor parte de los olivos y naranjos de estas tierras, cifrándose los destrozos en unos doce millones de pesetas.
A pesar de las inclemencias meteorológicas hubo personalidades de la talla de Pío Baroja que en su visita a la Sierra no pasaron de Acebo; ya que se quedaron prendados de su belleza. Otros grandes intelectuales extremeños de la talla de Publio Hurtado ya habían visitado con anterioridad nuestras tierras, y se habían hecho eco de una tradición oral que atribuía a los árabes infinidad de tesoros escondidos en las proximidades del monte Jálama. Con uno de esos áureos  hallazgos fue con el que se topó en 1939 el niño Félix Sánchez Moreno; ese magno descubrimiento se componía de cinco barras de oro con un peso total de 1,7 KG, las cuales fueron depositadas por el alcalde de Eljas en el Banco de España.
Parece ser que el oro era la obsesión en esas fechas pues en Robledillo de Gata se descubrió un yacimiento de este preciado metal que despertó el interés de los más altos dirigentes políticos provinciales de la época.
Pero si existió algo rentable en nuestra Comarca esto fue sin duda los encajes de Acebo, capital mundial del encaje de bolillos, ya en 1964 se estimaban los ingresos en esta localidad por las ventas en el resto de España de esta artesanía en diez millones de pesetas anuales. A ello habían contribuido las campañas de patrocinio que desde los Organismos oficiales se llevaban a cabo desde 1940 ( 1ª Exposición de Muestras, Mercado de Artesanía de Cáceres, Feria del Campo de Madrid, 1ª Exposición Internacional de Artesanía, Exposición de Artesanía Provincial en la Casa del Mono de Cáceres, Asamblea Provincial de Turismo, Coloquios Internacionales Caballeros de Yuste, etc…).
Isidoro Rodríguez Vázquez, vecino de Acebo, en cambio decidió no seguir la actividad comercial de muchos de sus convecinos y prefirió convertirse en el alimañero más importante de Sierra de Gata, así en 1959 ya contaba en su haber con la captura de varios lobos, los últimos, un lobo y una loba atrapados vivos con los que se presentó en Villasbuenas de Gata.
A este “Tarzán” extremeño le debieron echar bastante de menos cuando un reputado maestro y prestigioso cazador de nuestra comarca afirmó, en el año 1969 en el cuartel de la guardia civil de Hoyos, haber visto deambular por nuestros montes a una espectacular leona. El pánico, evidentemente, se extendió por entre las poblaciones serragatinas de Villamiel, Acebo, San Martín de Trevejo, Valverde del Fresno, Eljas y Trevejo. Poco tiempo después la leona resultó ser un perro de grandes dimensiones.
Esta Sierra nuestra no para de sorprendernos, esta vez con hechos y anécdotas acaecidas en el siglo pasado y de las que se hicieron eco prestigiosos periódicos de la época.