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lunes, 2 de mayo de 2016

GÁRGOLAS SERRAGATINAS, el medievo en Sierra de Gata

Existe un mundo mitológico, petrificado, que nos observa desde las alturas de los centros de culto que se levantan en cada uno de nuestros pueblos. Las gárgolas, como se denominan según la ortodoxia arquitectónica, pasan desapercibidas para la mayor parte de los habitantes de las poblaciones en las que se encuentran.
El ideal quimérico que las ideó se nutre de un bestiario medieval que ha metamorfoseado a unos seres mitad humanos y mitad animales o simplemente animales que en el imaginario de sus creadores pretendían recrear en el mundo de los vivos un inframundo, que les recordase a los pobres mortales lo que les podía esperar si no cumplían con los correspondientes preceptos religiosos de cada una de las épocas en las que fueron creadas.

Destacan por su perfección las que decoran la Ermita del Cristo de Torre de Don Miguel. En este pequeño eremitorio el artista combinó desde seres diabólicos a otros cuyo miembro fálico sorprende a los transeúntes. 





         

  



  

  



La parroquia de Villasbuenas de  Gata no es que sea la que mejor sirva de ejemplo por el número de gárgolas; pero en cambio nos llama la atención la única de ellas que conserva y que representa la cabeza de un carnero:




  


Las gárgolas de Torre de Don Miguel están ambientadas en un mundo animalista; sin embargo parecen proceder de una época anterior a la medieval. Quizás se encuentren vinculadas al mundo romano como parecen indicar algunos de los sillares con los que se construyó la singular parroquia de esta villa. 


  






   





La villa de Gata es la que conserva mayor número de estas esculturas pétreas y sin duda donde el artista-escultor mayor esmero y empeño mostró. Los seres del inframundo, que desde las cornisas de esta iglesia observan impávidos a los tristes mortales, son testigos mudos del paso de la historia; esa historia que trajo a los ejércitos napoleónicos que en una noche de odio incendiaron la villa y violaron la morada de estos diablillos burlescos. 


  


 



  

  


La Leal y Noble Villa de Moraleja guarda en su humilde parroquia los mejores ejemplos serragatinos de unas gárgolas alegóricas al mundo del agro. Es sin lugar a dudas el mejor exponente de la visión terrenal de unos creadores que quisieron dejar plasmado su visión limitada al mundo agropecuario ibérico.